martes, 13 de octubre de 2009

El gargajo matutino

Ayer por la noche asistimos a la recepción de la Embajada española en Vietnam para celebrar el 12 de octubre. De camino, me imaginaba anotando mentalmente las escenas de compatriotas bailando Paquito el chocolatero, zampando tortilla de patatas a dos manos y desesperando a los vietnamitas con nuestros habituales gritos. Esa constituía mi motivación para asistir a tan señalado evento. Una vez en el hotel Meliá la realidad no superó mi imaginación. El toque casposo se limitó a una escultura de hielo de la Puerta de Alcalá de unos tres metros de ancho que presidía el salón, mientras en la calle la temperatura rondaba los 30 grados. Pero dejo este rollito.

[Advertencia del blog: no se recomienda seguir leyendo si el lector sufre sensibilidad extrema o si planea visitar Vietnam en un futuro cercano].

Suena la alarma y, aunque agotado, logro dejar las sábanas. Camino dando tumbos hacia el baño. Antes de entrar tanteo con la mano derecha la llave de la luz, pero no atino a la primera y lo dejo por imposible. Entro en la bañera lentamente, casi con cuidado, todavía envuelto en el sueño. En ese momento, por la ventana de cristal falso que da al patio, justo a mi espalda, a traición, sube un rugir, una carraspera desenfrenada
: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj, jjjjjjrrrrrrrrrrrrrr. Otra vez más, todavía más profundo: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Segundos después, llega el sonido del deseado gargajo. El asco logra despertarme de golpe. Imagino, entonces, la cara de mi vecino, un vietnamita alegre y sonriente, orgulloso tras una exitosa sesión de gimnasia gutural. ¿Será ese el secreto del buen humor continuo de esta gente?, me pregunto una vez recuperado de la impresión. ¡Bah! Mañana retraso la alarma 15 minutos y punto, pienso al agarrar el gel.

1 comentario:

  1. La nausea provocada por el vecino no tiene nacionalidad: Estocolmo, calle Drottninggatan anochecida, 17:30?, ruido escandaloso a nuestra izquierda de dificil identificacion, un joven vikingo nos supera y delante de nosotros vuela y aterriza su portentoso gargajo.

    No puedo informar acerca de la sonrisa en su cara, solo veia su espalda...

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