miércoles, 23 de diciembre de 2009

¡Entendí!

Ayer fui a comer un bistec con un amigo. Mientras charlábamos, se nos acercó la camarera para decirnos algo. Automáticamente nuestro cerebro se pone en alerta y nuestro espíritu se deprime preventivamente. Sin embargo, ayer fue diferente. ¡De repente, entendí lo que nos preguntaba! Quería saber si queríamos algo más antes de que cerraran la cocina. Cuando le respondí, mi amigo y yo nos miramos sorprendidos, esperando que, como nos pasa habitualmente, me hubiera equivocado. Pero no. La camarera se dio la vuelta y les dijo a los de la cocina que podían marcharse. ¡Qué ilusión! ¡Menudo regalo navideño!

¡Feliz Navidad desde rollitos vietnamitas! En 2010 seguiremos contando nuevas aventuras y cuentos de los Viet.

Nota: El otro día me topé con un blog bastante peculiar de un tipo que recorre el mundo aprendiendo artes marciales e idiomas. Habla (o eso dice) chino, khmer, alemán, italiano, español, inglés... En este post explica la dificultad del vietnamita. Según él, es el idioma más difícil de pronunciar de todos los que conoce.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Viet Nam... subcampeón (un cuento vietnamita)

El pasado jueves fuimos a ver la final de fútbol de los juegos sudasiáticos. Jugaban Malasia y Vietnam y Hanoi estaba expectante. Ya se imaginaban campeones, puesto que les habían ganado 3-1 unos días antes. Por fin les llegaba su gran oportunidad después de cincuenta años de espera.

El bar estaba lleno y presidido por la omnipresente bandera.











Todos animaban. Las chicas...












y unos chicos muy serios (¿serán espías o estarían molestos por mis fotos?).










Sólo había alguno que parecía algo despistado, metiéndose para el cuerpo un lao, un plato parecido a un cocido: echas todo lo que tengas a mano a la olla y cuando está calentito, pa' dentro.












Y, de repente, el desastre. Minuto 85 de partido y gol en propia puerta de Viet Nam. Nuestro gozo en un pozo. Todos los del bar nos echábamos las manos a la cabeza... ¡Cómo pueden haberse metido ese gol tan tonto!











Excepto uno, que seguía a lo suyo sin preocuparse por la derrota. Después de todo, ¡el fútbol es sólo un juego!















Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

martes, 15 de diciembre de 2009

Entrevista al Presidente de Vietnam

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Espero/EE/UU/repita/Afganistan/errores/Vietnam/elpepuint/20091214elpepuint_8/Tes

El Primer Ministro está en Rusia. Por aquí andan el Presidente del Partido y el de la Asamblea Nacional. Todavía no sé quién manda más.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Una carrera solitaria

Ayer corrí mi primera carrera en Vietnam, que no vietnamita, ya que la mayoría de los inscritos éramos occidentales, a pesar de que era mucho más barata la inscripción para los locales. Amaneció un buen día para correr, bastante nublado y templado. Se daba la salida a las 8:45, así que me tocó madrugar. Después del cafecito con Carmen, que estaba totalmente dormida, cogí mi bici y me fui a UNIS, el Colegio Internacional de Naciones Unidas, en CIPUTRA, una especie de Bervely Hills en medio de Hanoi. Con el dorsal 251 y una camiseta cutre de algodón me presenté allí, con algo de miedo a ser de los últimos, ya que sólo éramos unos cien corredores. Para que os hagáis una idea, en una carrera popular de Carabanchel participan entre mil y dos mil corredores.
Nos presentaron el recorrido, ya que no habían conseguido cerrar el tráfico, así que afrontábamos una prueba mitad carrera, mitad gymkhana (no existe esta palabra en castellano).

Durante los estiramientos y calentamiento no dejaba de pensar en los que no estarían acompañándome, en Luis, en Esteban y, especialmente, en Dani. Iba a empezar mi primera carrera en SOLITARIO. Me concentré en imaginármelos a mi lado durante todo el recorrido.

Decidí seguir un ritmo alto al principio para probarme. Para mi sorpresa, la mayoría de los corredores se quedó rápidamente. Busqué algún compañero con un ritmo alto. En cuanto entramos en Lac Long Quan, me enganché a un chico calvito y con gafas. Iba algo más rápido de lo que me pedía el cuerpo, pero me servía de liebre. Después de una pequeña cuesta, giramos a la derecha, por el lateral de Au Co, en plenas obras del Plan V (parecido al Plan E, pero mucho más rápido). Tras esquivar un par de motos que no frenaban a pesar de ver tantos corredores, volvimos a girar hacia la derecha, por un camino peor asfaltado. En ese momento seguía tirando el chico de gafas de un grupo en el que íbamos una pareja que parecía anglosajona, una chica con pinta de italiana y el menda lerenda. Pasamos por el kilómetro 2.5 por el Block House, un bar muy conocido de Hanoi y antiguo búnker durante la guerra. En ese tramo el gafitas se nos fue unos diez metros, los anglosajones se quedaron, y yo seguía con la italiana. En cualquier caso, conseguimos ir tirando siempre con la referencia de nuestra liebre con gafas, dicho sea con todo el respeto del mundo. Seguimos por To Ngoc Van, donde yo tuve que aflojar un poquito el ritmo para recuperarme. Al final de la calle, giro a la derecha y ya estábamos en casa, en Xuân Dieu, en mi calle. Mucho tráfico, muchas motos, y a acelerar algo el ritmo. Justo antes de llegar al Syrena, al centro comercial, giro a la derecha, a la calle del My Xao, un plato riquísimo de noodles. Allí estaba mi fan incondicional, Carmen, con una amiga a la que habíamos engañado para madrugar. Gracias a sus ánimos, logré acelerar de nuevo el ritmo para acercarme a la liebre aprovechando una ligera bajada. Cuando llegábamos al lago, en un cruce en el que yo creía que debíamos girar a la derecha, la chica de la organización nos mandó que siguiéramos recto, exactamente por donde había ido mi liebre. Gracias a Dios, el chico americano que iba por detrás nos avisó que había que girar a la derecha, así que pude volver a la ruta correcta sin haber perdido demasiado. Sin embargo, el chico de gafas y algún otro, se fueron por el otro lado y no sé cuánto tiempo tardaron en percatarse del error. ¡Welcome to Vietnam!

A partir de ese momento, comenzó el calvario del lago. Aunque yo había entrenado por esa zona varios días, noté el esfuerzo de la primera mitad del recorrido. La pareja anglosajona se había quedado y la italiana iba detrás de mí, haciendo la goma. Tres kilómetros de sufrimiento, tratando de aguantar hasta volver al Block House, donde estaría a dos kilómetros y medio del final. Me acordé de Dani. Me imaginaba que corríamos juntos, que tiraba de mí, como hacía un año en Carabanchel... Sufrimiento.

Por fin llegamos al Block House y me resulta que ¡sólo quedaba un kilómetro y medio! Así que aceleré, alargué la zancada y traté de exprimirme. Pasamos un camino de tierra que nos destrozaba los cuádriceps con tanta piedra. Giro a la izquierda y, al llegar a una rotonda, me siento perdido: ¡no sabía a dónde ir! Menos mal que, de nuevo, alguien gritó por detrás: ¡a la derecha! Apretar los dientes, subir la cuesta y girar a la izquierda para llegar de nuevo a Lac Long Quan. Noto que viene uno por detrás. Aprieto y el aprieta. Giro a la derecha para entrar en la burbuja de Ciputra. Carmen y Amaya están en la entrada. Gritan como locas. Carmen me dice que voy a batir mi récord. Entramos en el colegio de UNIS y en ese momento me pasa el otro corredor. No me importa. Pienso en Dani. Pienso en Luis. Me imagino que cruzamos la meta abrazados. Tiempo final: 49:04. ¡Octavo en la carrera de 10km! (para rebajar mi ego, con ese tiempo en España estaría de la mitad hacia atrás). Justo a un minuto de mi mejor tiempo, precisamente en una carrera que hicimos los tres juntos hace un año.

Al poco llega mi liebre. Me acerco para disculparme por haber llegado antes. Parece muy agradable. Un par de minutos después llegan Carmen y Amaya. Un gran abrazo, un masaje, un plátano y, juntos, un brunch en el Kitchen.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Y al séptimo día, Dios no descansó

Medianoche del domingo: volvemos a casa en moto, acurrucados tras nuestros conductores. En la calle Dien Bien Phu, que conmemora la derrota de los franceses, el asfalto está empapado, así que me encojo todavía más, si cabe. Cerca del Mausoleo de Ho Chi Minh nos cruzamos con un grupo de diez obreros, la mitad abre una zanja en la calle, la otra mitad lo cierra a toda prisa. Uno de ellos trabaja a pecho descubierto. Nuestras motos pasan con un mínimo salto la zanja, como si la escena fuera cotidiana. Miro mi reloj incrédulo, luego la luna, y, finalmente, a los obreros, que siguen ahí, picando y tapando.

¡Qué mala suerte haber nacido en un país sin un Dios que descansara! ¡O donde gobiernan los trabajadores para imponerse siete días laborables! No tienen ni juicio, ni descanso, ni Dios.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Hablando vietnamita (em đang nói tiếng Việt)


Por fin logro colgar un vídeo con mis chapurreos vietnamitas. No os asustéis, sólo dura un minuto. No digo nada demasiado interesante. Varias personas preguntándose el nombre y confirmando si lo han dicho correctamente o no.

Casi dos meses después de nuestra llegada, esto es lo que sabemos leer. El próximo día colgaré un vídeo de mi profesora, para que veáis cómo suena el vietnamita de verdad.

viernes, 27 de noviembre de 2009

La incomprensible relatividad del yo en Vietnam (2ª parte)

Uno mismo (mi edad) Masculino Femenino
Cháu Ông Abuelos
Cháu Bác Bác Tíos mayores que los padres
Cháu Chú Tíos más jóvenes que los padres
Em Anh Chị Gente algo mayor
Mình/Tớ Bạn Bạn Amigos
Anh/Chị Em Em Gente algo menor
Chú Cháu Cháu Niños/niñas

Este cuadro trata de resumir el complicado mundo del yo y el tú en Vietnam. Como contaba en el post de la relatividad del yo, dependiendo de con quién hable, me convierto en Cháu (niño) cuando hable con mis abuelos o en Chú (tío) cuando hable con mis sobrinos o con los chavales de Blue Dragon. ¡Hasta diferencian entre los tíos más jóvenes y mayores que los padres! Otra cuestión importante: cuando hable con mis abuelos, aunque yo tenga 60 años, seguiré siendo Cháu (niño)...

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Mi bici o Xe đạp của anh


Con un poco de retraso os presento a mi fiel compañera de aventuras en Hanoi.
Xe đạp đỏ và rất đẹp (=una bici roja muy bonita).

lunes, 23 de noviembre de 2009

La piel del cielo y las hojas de los árboles

Máu xanh da trời: azul o el color de la piel del cielo.
Máu xanh lá cây: verde o el color de las hojas de los árboles.

¡Qué belleza!

¿Queréis mirar la realidad como los vietnamitas? ¿Se os ocurren otras formas poéticas de describir los colores?

martes, 17 de noviembre de 2009

Una mañana de perros

El pasado domingo llegó el invierno sin avisar. La temperatura bajó diez grados y, como temía el gran Abraracúrcix, el cielo cayó sobre nuestras cabezas. En vez de llover, parecía que las nubes hubiesen bajado a Hanoi. Las minúsculas y pérfidas gotas flotaban en busca de intrépidos a los que empapar y congelar poco a poco, envolviéndoles en un frío húmedo o en una lluvia fría.

Yo era uno de esos ¿intrépidos?, ¿estúpidos?. Bici en ristre, me lancé contra el viento y el sueño. Cuando llegué al campo, a las ocho de la mañana, había casi treinta chavales. Después de un pequeño caos inicial, organizaron dos partidos, uno con los chicos mayores, al que me uní, y otro con los chavales más pequeños. Mi partido fue bastante entretenido, seguramente porque ganamos 4-3 en la última jugada.

Bebimos nuestros bricks de leche y escuchamos en cuclillas unos discursos en vietnamita, de los que no entendí nada. No obstante, me imaginé que estaban entregando premios a los capitanes de cada equipo, porque de mi equipo salió Zidane.

Todos salimos corriendo, supongo que pensando en una ducha caliente y un día completo de sofá y manta. Con esos pensamientos, me subí a la bici. Como siempre, enfilé la cuesta que sale a mano derecha, para atravesar el mercado de Long Bien. Entre pitidos, motos cargadas de sacos de esparto intentando meter la rueda, camiones reponiendo mercancías, escuché unos gritos emocionados. ¡Un grupo de hombres asaba un perro en plena calle! Ya sabía que en Vietnam comen carne de perro, pero, no sé por qué, me imaginaba perros pequeños, feos y desagradables, de esos que molestan en los semáforos. El achicharrado de Long Bien parecía bastante grande, con pelo y con las patas tiesas, como si pretendiera resistir. Sin tiempo para pensar, me puse de pie en la bicicleta y aceleré todo lo que pude imaginando una ducha caliente que me ayudara a olvidar esa mañana de perros.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Aguador del Real Betis Vietnam

Hace un par de semanas contacté con una organización llamada Blue Dragon, que trabaja con chavales de la calle o con familias sin recursos. Me ofrecí como voluntario, aclarando que mi única experiencia relevante había sido como entrenador de fútbol de chicos. Para mi sorpresa, mi perfil encajaba perfectamente, ya que utilizan el fútbol para llegar a nuevos chicos y como actividad de diversión. Así que me pidieron que ayudara al equipo de chicos de 14 y 15 años como entrenador, junto con Diap, actual entrenador y educador social de Blue Dragon.

El domingo fui a mi primer partido. Mientras esperábamos nerviosos a que llegara el autobús, mirando al suelo y deambulando de un lado para otro, algunos chicos intentaban hablar conmigo, haciéndome preguntas sencillas, como mi nombre o de dónde era. Otros me escudriñaban sin cruzar palabra. El resto no parecía estar interesado.

A las 9.45 de la mañana por fin llegó el autobús para llevarnos al campo donde iban a jugar. En el camino pude hablar con un par de chicos y que me explicaran cómo se dice ganar en vietnamita: thắng. Parecían muy convencidos de la victoria.

Alrededor de las 10.15 llegamos al estadio, una instalación enorme con aires de grandeza, pero con sensación de abandono. El campo parecía un descampado donde, en lugar de césped, crecía hierba silvestre reseca. Cuando empezamos a calentar fui plenamente consciente de que yo no sería entrenador. Al tratar de explicar que jugaran un rondo, cuatro contra cuatro me miraron con cara de que les estuviera hablando en chino, o en español, dirán ellos. Así que, con toda la razón del mundo, obviaron mis intentos de explicar qué es un rondo y se abalanzaron sobre la bolsa de las camisetas. Casi me muero de risa al ver que las camisetas azules llevaban dos logos: el dragón azul a la derecha y el escudo del Betis a la izquierda. Por si fuera poco, las camisetas llevaban impresas letras bien grandes: REAL BETIS VIETNAM. (N.A. Jose Antonio, disfruta la expansión imparable de tu Beti'. Recuerda que ahora trabajo para una filial de tu equipo).

A las 10.30, con un calor agobiante, comenzó el partido. El equipo contrario era un colegio francés de Hanoi. Imaginad el contraste: unos chicos que hablaban francés perfectamente con su entrenador contra chicos de familias muy pobres o, a veces, sin familia. Una vez comprendido mi papel de aguador o utillero, me dediqué a seguir el partido con atención y dedicarme solícito con máximo empeño a repartir vasos de agua a los chicos que entraban al banquillo o se acercaban a la banda. (N.A. he descubierto que utillero no está reconocido por la RAE, apesar de ser un término muy utilizado en el argot futbolístico para referirse a la persona encargada de cuidar del material de un equipo)

Desde el comienzo del partido, los chavales de Blue Dragon o Real Bestis Vietnam impusieron el ritmo del partido. El número 5, Zinedine Zidane como se auto-bautizó, y el número 16 dominaban el centro del campo. A los 10 minutos marcamos el primer gol. El resto de la primera parte siguió totalmente controlado por Blue Dragon. Los franceses apenas conseguían llegar al centro del campo. El portero 'francés' paró dos tiros increíbles y otro disparo de nuestro delantero golpeó el larguero.

En el descanso parece que se quejaron de que los chicos contrarios no dejaban de insultarles, aparentemente por su situación social o familiar. Algunos estaban algo nerviosos porque les habían entrado de manera bastante dura. Yo seguía a lo mío: ofrecer vasos de agua y repetir "rât tót", muy bien.

En la segunda parte, cada equipo marcó un gol. Nuestro equipo se estaba desorganizando un poco, así que traté de decirle a Diap en inglés que le dijera al 16 que bajara un poco más, que tratara de ubicarse en la zona de rechace. Además, Zidane volvió al banquillo bastante cabreado después de la enésima entrada dura del equipo contrario. Me acerqué a él y señalándome con el índice la sién, le dije "nghĩ, nghĩ", es decir, piensa, piensa. Al cabo de un par de minutos, volvió al campo, marcó el tercer gol y dio el pase del cuarto y último. Cuando terminó el partido, se dirigió hacia mí, se bebió el vaso de agua que le ofrecí y me dijo enfáticamente, "nghĩ, nghĩ".

jueves, 5 de noviembre de 2009

Wing Chun

Estoy recuperando mi infancia. Hasta los trece años practiqué Karate, hasta llegar a cinturón marrón. Al llegar a Vietnam vi la oportunidad de reencontrarme con las artes marciales y, quizás, entender algo mejor la filosofía oriental. Por lo que leí, sólo existe un arte marcial vietnamita, difícil de encontrar y aprender. Así que decidí empezar con el kung fu, aunque realmente ese término engloba todas las artes marciales chinas. El Wing Chun es una de esas artes marciales.

El Wing Chun exige un perfecto equilibrio, el control del centro y la flexibilidad. Fue creado por dos mujeres en el siglo XVII. Es el arte marcial que aprendió Bruce Lee. Espero seguir leyendo y aprendiendo para entender no sólo la parte física, sino, especialmente, la filosofía y la espiritualidad de las artes marciales. Aquí podéis ver una demostración de Wing Chun (obviamente yo no soy capaz de hacer eso).

Sigo acercándome a los vietnamitas aprendiendo su idioma, su deporte (el bádminton) y sus artes marciales (Wing Chun). El próximo paso será conocer el ajedrez chino o xiangqi.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La incomprensible relatividad del yo en Vietnam

Yo soy yo. No siempre. En Vietnam, a veces, yo no soy yo. Explico esta aparente paradoja.

La sociedad vietnamita se construye sobre el respeto a los mayores. Disponen de muchas maneras distintas de referirse con respeto al otro, siempre dependiendo de su edad.
Si me refiero a mi abuelo, le llamaré ông.
Si hablo con mi padre le llamaré chú.
Si hablo con un hermano mayor o alguien conocido que es algo mayor que yo, le llamaré anh.
Si hablo con un amigo, le llamaré ban (con un punto debajo de la a).
Si hablo con alguien más joven que yo le llamaré em.

El problema no termina ahí, sino que esa escala de tratamiento atendiendo a la edad, influye en quién soy yo, como porque el yo depende del otro, del interlocutor.
Si mi padre habla conmigo, él es chú.
Si yo hablo con mi padre, yo soy em.
Si hablo con Carmen, yo soy anh.

Imaginad ahora una conversación entre un abuelo, un padre y un hijo, cambiando continuamente el yo dependiendo de a quién se estén dirigiendo. Añadid a la confusión a la abuela, a la madre y a la hija, cuyos pronombres son distintos. ¿Qué tal el dolor de cabeza?

jueves, 29 de octubre de 2009

Un tren

Nguoi Tim Kiem subió al tren de las siete que le llevaría a Hué. Después de recorrer el pasillo del vagón varias veces, decidió entrar en el primero de los compartimentos con un camastro libre. Como si tuviera prisa, una vieja de ojos negros y pelo plateado le espetó: ¿cuántos años tiene?, ¿está usted casado? Un refunfuño y un golpe del viejo de la cama opuesta interrumpieron el interrogatorio. Kiem escaló para ocupar su lugar con cuidado, para no volver a enfadar al viejo, del que sólo pudo ver de refilón su piel amarillenta y su bigote marcial.

Al entrar en su cubículo con dificultad, donde no cabía sentado, notó la madera incrustarse en su cóccix. Antes de que comenzara a lamentarse por elegir la opción mas barata, el chico que dormía encima retomó el cuestionario de la vieja. Le preguntó por su trabajo, por su destino, por su mujer y por su edad. Tras una pausa, agotadas las preguntas, quizás aburridos por sus respuestas, siguieron hablando entre ellos, olvidándose de Kiem.

A todo esto, el tren había arrancado puntualmente. Tras atiborrarse de fritos comprados en la estación, Kiem llamó a su mujer para informarle y darles las buenas noches. Repasó el plan del día siguiente mientras observaba el camarote de plastico color madera, estrecho y con olor a viajero, pero no demasiado sucio. En cuanto apagaron la luz trató de encontrar la postura menos incomoda, metiendo una parte de la manta debajo de su cuerpo. Kiem abrazó su almohada con fuerza y cerró los ojos.

viernes, 23 de octubre de 2009

No pasa nada

Uno de los pocos semáforos de Hanoi está en rojo. Sorprendentemente algunos coches y motos obedecen y esperan ansiosos la luz verde. Las primeras motos salen disparadas. Un coche negro, tuneado, conducido por un chico de unos 20 años se queda parado. Parece que se le ha calado. Mientras a su amigo le da un ataque de risa, el chico consigue arrancar. Sin darse cuenta mete la marcha atrás hasta chocar con un taxi. El chico se rehace, mete primera y avanza tranquilamente. El taxista le sigue sin molestarse en mirar el golpe. Ni basiliscos, ni energúmenos. No pasa nada.

Asked about what was the Goodness by Yan Yuan, a disciple of Confucius, he replied, “To subdue one’s self and return to ritual is Goodness. All will ascribe Goodness to a man who can someday control himself and return to ritual (Li). Whether or not to possess Goodness depends on a man himself, not others.”

martes, 20 de octubre de 2009

Mi segunda bici

Recuerdo perfectamente el día en que mis padres me regalaron mi primera bici, la famosa BMX, azul y amarilla. Habíamos ido a comprarla al Galerías Preciados de La Vaguada (sic). No me separaba de mi bici nueva, la miraba, la remiraba, la acariciaba... y cuando levanté la vista, mis padres y mi hermana ya no estaban. ¡Madre mía qué angustia! Allí estaba yo, pegado a mi bici nueva, pero sin mi familia. ¡Qué vergüenza! No sabía si pedir auxilio a algún vendedor o qué debía hacer. Pensaba en ir a buscarles y, de repente, me imaginaba a mis padres diciéndome que no me moviera, que si me perdía debía esperarles allí. No recuerdo el final de la historia, pero esa anécdota hace que no me olvide de mi primera bici.

En Vietnam me he comprado mi segunda bici (xe đạp). Es una ASAMA vietnamita, color rojo, con tres platos y siete marchas. Sospecho que el cambio Leopard (Dani, ¿te recuerda a algo?) me dará bastante dolores de cabeza, pero el Shimano subía demasiado el precio. En previsión de posibles contratiempos logré un año de garantía. Con la bici me resultará mucho más fácil moverme por Hanoi, entre dos millones de motos y unos cuantos coches. También dará lugar a algún nuevo rollito que colgar en este blog.

viernes, 16 de octubre de 2009

Hanoi, un tetris de campos de badminton

Si pudiéramos contemplar Hanoi desde el cielo, veríamos cientos de campos de badminton dibujados en cada parque, encajados entre bancos, árboles y farolas, en cada pasillo de la ciudad con el ancho adecuado. De hecho, me pregunto si no será al contrario, ¿diseñarán los paseos para que encaje un campo de badminton?

Acabo de terminar mi primer partido de
badminton. Como podéis imaginar, he perdido, aunque el resultado no ha sido demasiado sonrojante: 21-17 y 21-17. Jugaba de compañero con otro chico español contra dos vietnamitas que, amablemente, nos han invitado a jugar con su red. El chico español jugaba muy bien, pero yo soy bastante malo. Intentaré mejorar y seguir practicando porque es una de las mejores vías para conocer a los vietnamitas. Les apasiona. Por cierto, gracias a las clases por lo menos podía seguir el tanteo y despedirme al final del partido. Algo es algo: hai một - muoei bảy.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Primera clase de vietnamita

0 - không (hom, no pronunciar con nuestra famosa j)
1 - một (mod)
2 - hai (hi, parecido al inglés)
3 - ba (ba, con la a muy abierta, como si fuera una oveja)
4 - bốn (bon, alargando un poco la o)
5 - năm (nam)
6 - sáu (sau)
7 - bảy (bai o algo parecido, esta a es muy rara; parece que va y viene)
8 - tám (tam)
9 - chín (chin, subrayando la n)
10 - mười (möai, parecido al alemán, las vocales se pronuncia con la garganta)

Ahora me toca estudiar. Mañana os cuento más curiosidades del vietnamita.

martes, 13 de octubre de 2009

El gargajo matutino

Ayer por la noche asistimos a la recepción de la Embajada española en Vietnam para celebrar el 12 de octubre. De camino, me imaginaba anotando mentalmente las escenas de compatriotas bailando Paquito el chocolatero, zampando tortilla de patatas a dos manos y desesperando a los vietnamitas con nuestros habituales gritos. Esa constituía mi motivación para asistir a tan señalado evento. Una vez en el hotel Meliá la realidad no superó mi imaginación. El toque casposo se limitó a una escultura de hielo de la Puerta de Alcalá de unos tres metros de ancho que presidía el salón, mientras en la calle la temperatura rondaba los 30 grados. Pero dejo este rollito.

[Advertencia del blog: no se recomienda seguir leyendo si el lector sufre sensibilidad extrema o si planea visitar Vietnam en un futuro cercano].

Suena la alarma y, aunque agotado, logro dejar las sábanas. Camino dando tumbos hacia el baño. Antes de entrar tanteo con la mano derecha la llave de la luz, pero no atino a la primera y lo dejo por imposible. Entro en la bañera lentamente, casi con cuidado, todavía envuelto en el sueño. En ese momento, por la ventana de cristal falso que da al patio, justo a mi espalda, a traición, sube un rugir, una carraspera desenfrenada
: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj, jjjjjjrrrrrrrrrrrrrr. Otra vez más, todavía más profundo: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Segundos después, llega el sonido del deseado gargajo. El asco logra despertarme de golpe. Imagino, entonces, la cara de mi vecino, un vietnamita alegre y sonriente, orgulloso tras una exitosa sesión de gimnasia gutural. ¿Será ese el secreto del buen humor continuo de esta gente?, me pregunto una vez recuperado de la impresión. ¡Bah! Mañana retraso la alarma 15 minutos y punto, pienso al agarrar el gel.

domingo, 11 de octubre de 2009

Primeras fotos de Hanoi

Hoy es domingo, día de descanso del blog. Me limito a colgar las fotos que tomamos en nuestro paseo matutino. A lo mejor los que pensáis venir preferís no verlas para mantener el suspense y la sorpresa ante lo desconocido.

Blanca y Nacho, perdonad por la mala calidad de las fotos. Intentaré mejorar la próxima vez.

sábado, 10 de octubre de 2009

La torre de Babel o cómo comprar azúcar

Yo pensaba que entre el inglés, el francés y el español sobreviviríamos. ¡Qué iluso! En nuestra segunda compra en el supermercado nos topamos con la cruda realidad: no podemos comunicarnos. Buscábamos azúcar, sucre o sugar. Nada, no había suerte. La chica de la caja, bastante más joven que nosotros, aunque alguno no pueda creerlo, se encogía de hombros ante mi insistencia. Pensé que sería mejor preguntar a algún cliente joven. Voilà, un chico de unos veinte años con pinta de universitario. Seguro que él entiende algo de inglés. Tampoco. Nada de nada. Mi última esperanza era un hombre que hablaba por el móvil y llevaba un reloj dorado. Si este no entiende inglés, nos quedamos sin azúcar, pensaba. Cuando por fin terminó su conversación, le pregunté que si el paquete que habíamos cogido contenía azucarillos. Su respuesta me desconcertó. Quería que cambiara mi caja, por otra, mucho más bonita, de color rojo y letras doradas -la única inscripción en inglés de la caja decía Made in Vietnam; ¡se acabó el comparar los ingredientes!-. Cuando estaba a punto del colapso, el hombre logró entender tanto sugar, sugar. Me sonrió y, encogiéndose de hombros, me dijo: ¡đường! ¡Evidente!

miércoles, 7 de octubre de 2009

El jet lag y los fantasmas de Hanoi

¿Existe el jet lag o no? ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Las pesadillas de un sueño trastocado... No pienso aburriros con las preguntas y sufrimientos habituales de quien se despierta a las 4 a.m.

Una hora después de despertarme decido dejar de dar vueltas en la cama y salir a correr, sin camiseta, por las calles de Hanoi, justo antes de que amaneciera, no sin antes montar un pequeño escándalo en la recepción al hacer saltar la alarma. Por si algún huésped cabreado decide asomarse, salgo escopetado. Tres ciclistas y dos gatos. Nadie más parece acompañarme. Dos manzanas más allá, cerca del Mausoleo de Ho Chi Minh, entre una bruma pesada, descubro decenas de fantasmas vietnamitas. ¡Qué digo! ¡Eran cientos! Todos ataviados como corresponde, de blanco reglamentario, marchan como un ejército. Atraído por su paso ceremonioso no puedo evitar cambiar mi ruta para saber a dónde se dirigen. La espléndida plaza (no hay revolución sin plaza donde albergar a las masas) presidida por el Mausoleo de Ho Chi Minh me descubre el misterio. Tres señores de unos cincuenta años corriendo hacia atrás. Una pareja joven y musculosa corre. Dos señoras arrastran, acompasadas, los pies. Cuatro más se aprestan a practicar Tai Chi o algo similar. Dudo si acompañarles o seguir a los que se dirigen hacia el norte. Finalmente opto por continuar. Llegamos al lago. Los fantasmas terminan su marcha. Como buen europeo idiota todavía no comprendo qué hacen... ¡Vienen a practicar aeróbic! ¡Y se mueven como si fueran veinteañeras! Otras decenas se reparten por el borde del lago donde estiran como bailarinas o flexionan como soldados.

Yo, mientras, sudo y me miro con despecio el michelín. No veo más europeos.¿Nadie más sabrá que esto ocurre en Hanoi a estas horas? Finalmente me siento en una placita donde han conseguido dibujar, como si de un puzzle se tratara, diez pistas de badminton. Les observo tranquilamente. Son más de las 6 a.m. Sonrío y me despido con un ademán. Me hacen un gesto que no entiendo. No sé si me invitan a jugar o simplemente se despiden. Además, pienso que Carmen puede estar preocupada. Así que interrumpo el diálogo de sordomudos. Mientras camino hacia el hotel pienso que mañana quizás...