viernes, 27 de noviembre de 2009

La incomprensible relatividad del yo en Vietnam (2ª parte)

Uno mismo (mi edad) Masculino Femenino
Cháu Ông Abuelos
Cháu Bác Bác Tíos mayores que los padres
Cháu Chú Tíos más jóvenes que los padres
Em Anh Chị Gente algo mayor
Mình/Tớ Bạn Bạn Amigos
Anh/Chị Em Em Gente algo menor
Chú Cháu Cháu Niños/niñas

Este cuadro trata de resumir el complicado mundo del yo y el tú en Vietnam. Como contaba en el post de la relatividad del yo, dependiendo de con quién hable, me convierto en Cháu (niño) cuando hable con mis abuelos o en Chú (tío) cuando hable con mis sobrinos o con los chavales de Blue Dragon. ¡Hasta diferencian entre los tíos más jóvenes y mayores que los padres! Otra cuestión importante: cuando hable con mis abuelos, aunque yo tenga 60 años, seguiré siendo Cháu (niño)...

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Mi bici o Xe đạp của anh


Con un poco de retraso os presento a mi fiel compañera de aventuras en Hanoi.
Xe đạp đỏ và rất đẹp (=una bici roja muy bonita).

lunes, 23 de noviembre de 2009

La piel del cielo y las hojas de los árboles

Máu xanh da trời: azul o el color de la piel del cielo.
Máu xanh lá cây: verde o el color de las hojas de los árboles.

¡Qué belleza!

¿Queréis mirar la realidad como los vietnamitas? ¿Se os ocurren otras formas poéticas de describir los colores?

martes, 17 de noviembre de 2009

Una mañana de perros

El pasado domingo llegó el invierno sin avisar. La temperatura bajó diez grados y, como temía el gran Abraracúrcix, el cielo cayó sobre nuestras cabezas. En vez de llover, parecía que las nubes hubiesen bajado a Hanoi. Las minúsculas y pérfidas gotas flotaban en busca de intrépidos a los que empapar y congelar poco a poco, envolviéndoles en un frío húmedo o en una lluvia fría.

Yo era uno de esos ¿intrépidos?, ¿estúpidos?. Bici en ristre, me lancé contra el viento y el sueño. Cuando llegué al campo, a las ocho de la mañana, había casi treinta chavales. Después de un pequeño caos inicial, organizaron dos partidos, uno con los chicos mayores, al que me uní, y otro con los chavales más pequeños. Mi partido fue bastante entretenido, seguramente porque ganamos 4-3 en la última jugada.

Bebimos nuestros bricks de leche y escuchamos en cuclillas unos discursos en vietnamita, de los que no entendí nada. No obstante, me imaginé que estaban entregando premios a los capitanes de cada equipo, porque de mi equipo salió Zidane.

Todos salimos corriendo, supongo que pensando en una ducha caliente y un día completo de sofá y manta. Con esos pensamientos, me subí a la bici. Como siempre, enfilé la cuesta que sale a mano derecha, para atravesar el mercado de Long Bien. Entre pitidos, motos cargadas de sacos de esparto intentando meter la rueda, camiones reponiendo mercancías, escuché unos gritos emocionados. ¡Un grupo de hombres asaba un perro en plena calle! Ya sabía que en Vietnam comen carne de perro, pero, no sé por qué, me imaginaba perros pequeños, feos y desagradables, de esos que molestan en los semáforos. El achicharrado de Long Bien parecía bastante grande, con pelo y con las patas tiesas, como si pretendiera resistir. Sin tiempo para pensar, me puse de pie en la bicicleta y aceleré todo lo que pude imaginando una ducha caliente que me ayudara a olvidar esa mañana de perros.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Aguador del Real Betis Vietnam

Hace un par de semanas contacté con una organización llamada Blue Dragon, que trabaja con chavales de la calle o con familias sin recursos. Me ofrecí como voluntario, aclarando que mi única experiencia relevante había sido como entrenador de fútbol de chicos. Para mi sorpresa, mi perfil encajaba perfectamente, ya que utilizan el fútbol para llegar a nuevos chicos y como actividad de diversión. Así que me pidieron que ayudara al equipo de chicos de 14 y 15 años como entrenador, junto con Diap, actual entrenador y educador social de Blue Dragon.

El domingo fui a mi primer partido. Mientras esperábamos nerviosos a que llegara el autobús, mirando al suelo y deambulando de un lado para otro, algunos chicos intentaban hablar conmigo, haciéndome preguntas sencillas, como mi nombre o de dónde era. Otros me escudriñaban sin cruzar palabra. El resto no parecía estar interesado.

A las 9.45 de la mañana por fin llegó el autobús para llevarnos al campo donde iban a jugar. En el camino pude hablar con un par de chicos y que me explicaran cómo se dice ganar en vietnamita: thắng. Parecían muy convencidos de la victoria.

Alrededor de las 10.15 llegamos al estadio, una instalación enorme con aires de grandeza, pero con sensación de abandono. El campo parecía un descampado donde, en lugar de césped, crecía hierba silvestre reseca. Cuando empezamos a calentar fui plenamente consciente de que yo no sería entrenador. Al tratar de explicar que jugaran un rondo, cuatro contra cuatro me miraron con cara de que les estuviera hablando en chino, o en español, dirán ellos. Así que, con toda la razón del mundo, obviaron mis intentos de explicar qué es un rondo y se abalanzaron sobre la bolsa de las camisetas. Casi me muero de risa al ver que las camisetas azules llevaban dos logos: el dragón azul a la derecha y el escudo del Betis a la izquierda. Por si fuera poco, las camisetas llevaban impresas letras bien grandes: REAL BETIS VIETNAM. (N.A. Jose Antonio, disfruta la expansión imparable de tu Beti'. Recuerda que ahora trabajo para una filial de tu equipo).

A las 10.30, con un calor agobiante, comenzó el partido. El equipo contrario era un colegio francés de Hanoi. Imaginad el contraste: unos chicos que hablaban francés perfectamente con su entrenador contra chicos de familias muy pobres o, a veces, sin familia. Una vez comprendido mi papel de aguador o utillero, me dediqué a seguir el partido con atención y dedicarme solícito con máximo empeño a repartir vasos de agua a los chicos que entraban al banquillo o se acercaban a la banda. (N.A. he descubierto que utillero no está reconocido por la RAE, apesar de ser un término muy utilizado en el argot futbolístico para referirse a la persona encargada de cuidar del material de un equipo)

Desde el comienzo del partido, los chavales de Blue Dragon o Real Bestis Vietnam impusieron el ritmo del partido. El número 5, Zinedine Zidane como se auto-bautizó, y el número 16 dominaban el centro del campo. A los 10 minutos marcamos el primer gol. El resto de la primera parte siguió totalmente controlado por Blue Dragon. Los franceses apenas conseguían llegar al centro del campo. El portero 'francés' paró dos tiros increíbles y otro disparo de nuestro delantero golpeó el larguero.

En el descanso parece que se quejaron de que los chicos contrarios no dejaban de insultarles, aparentemente por su situación social o familiar. Algunos estaban algo nerviosos porque les habían entrado de manera bastante dura. Yo seguía a lo mío: ofrecer vasos de agua y repetir "rât tót", muy bien.

En la segunda parte, cada equipo marcó un gol. Nuestro equipo se estaba desorganizando un poco, así que traté de decirle a Diap en inglés que le dijera al 16 que bajara un poco más, que tratara de ubicarse en la zona de rechace. Además, Zidane volvió al banquillo bastante cabreado después de la enésima entrada dura del equipo contrario. Me acerqué a él y señalándome con el índice la sién, le dije "nghĩ, nghĩ", es decir, piensa, piensa. Al cabo de un par de minutos, volvió al campo, marcó el tercer gol y dio el pase del cuarto y último. Cuando terminó el partido, se dirigió hacia mí, se bebió el vaso de agua que le ofrecí y me dijo enfáticamente, "nghĩ, nghĩ".

jueves, 5 de noviembre de 2009

Wing Chun

Estoy recuperando mi infancia. Hasta los trece años practiqué Karate, hasta llegar a cinturón marrón. Al llegar a Vietnam vi la oportunidad de reencontrarme con las artes marciales y, quizás, entender algo mejor la filosofía oriental. Por lo que leí, sólo existe un arte marcial vietnamita, difícil de encontrar y aprender. Así que decidí empezar con el kung fu, aunque realmente ese término engloba todas las artes marciales chinas. El Wing Chun es una de esas artes marciales.

El Wing Chun exige un perfecto equilibrio, el control del centro y la flexibilidad. Fue creado por dos mujeres en el siglo XVII. Es el arte marcial que aprendió Bruce Lee. Espero seguir leyendo y aprendiendo para entender no sólo la parte física, sino, especialmente, la filosofía y la espiritualidad de las artes marciales. Aquí podéis ver una demostración de Wing Chun (obviamente yo no soy capaz de hacer eso).

Sigo acercándome a los vietnamitas aprendiendo su idioma, su deporte (el bádminton) y sus artes marciales (Wing Chun). El próximo paso será conocer el ajedrez chino o xiangqi.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La incomprensible relatividad del yo en Vietnam

Yo soy yo. No siempre. En Vietnam, a veces, yo no soy yo. Explico esta aparente paradoja.

La sociedad vietnamita se construye sobre el respeto a los mayores. Disponen de muchas maneras distintas de referirse con respeto al otro, siempre dependiendo de su edad.
Si me refiero a mi abuelo, le llamaré ông.
Si hablo con mi padre le llamaré chú.
Si hablo con un hermano mayor o alguien conocido que es algo mayor que yo, le llamaré anh.
Si hablo con un amigo, le llamaré ban (con un punto debajo de la a).
Si hablo con alguien más joven que yo le llamaré em.

El problema no termina ahí, sino que esa escala de tratamiento atendiendo a la edad, influye en quién soy yo, como porque el yo depende del otro, del interlocutor.
Si mi padre habla conmigo, él es chú.
Si yo hablo con mi padre, yo soy em.
Si hablo con Carmen, yo soy anh.

Imaginad ahora una conversación entre un abuelo, un padre y un hijo, cambiando continuamente el yo dependiendo de a quién se estén dirigiendo. Añadid a la confusión a la abuela, a la madre y a la hija, cuyos pronombres son distintos. ¿Qué tal el dolor de cabeza?