jueves, 29 de octubre de 2009

Un tren

Nguoi Tim Kiem subió al tren de las siete que le llevaría a Hué. Después de recorrer el pasillo del vagón varias veces, decidió entrar en el primero de los compartimentos con un camastro libre. Como si tuviera prisa, una vieja de ojos negros y pelo plateado le espetó: ¿cuántos años tiene?, ¿está usted casado? Un refunfuño y un golpe del viejo de la cama opuesta interrumpieron el interrogatorio. Kiem escaló para ocupar su lugar con cuidado, para no volver a enfadar al viejo, del que sólo pudo ver de refilón su piel amarillenta y su bigote marcial.

Al entrar en su cubículo con dificultad, donde no cabía sentado, notó la madera incrustarse en su cóccix. Antes de que comenzara a lamentarse por elegir la opción mas barata, el chico que dormía encima retomó el cuestionario de la vieja. Le preguntó por su trabajo, por su destino, por su mujer y por su edad. Tras una pausa, agotadas las preguntas, quizás aburridos por sus respuestas, siguieron hablando entre ellos, olvidándose de Kiem.

A todo esto, el tren había arrancado puntualmente. Tras atiborrarse de fritos comprados en la estación, Kiem llamó a su mujer para informarle y darles las buenas noches. Repasó el plan del día siguiente mientras observaba el camarote de plastico color madera, estrecho y con olor a viajero, pero no demasiado sucio. En cuanto apagaron la luz trató de encontrar la postura menos incomoda, metiendo una parte de la manta debajo de su cuerpo. Kiem abrazó su almohada con fuerza y cerró los ojos.

viernes, 23 de octubre de 2009

No pasa nada

Uno de los pocos semáforos de Hanoi está en rojo. Sorprendentemente algunos coches y motos obedecen y esperan ansiosos la luz verde. Las primeras motos salen disparadas. Un coche negro, tuneado, conducido por un chico de unos 20 años se queda parado. Parece que se le ha calado. Mientras a su amigo le da un ataque de risa, el chico consigue arrancar. Sin darse cuenta mete la marcha atrás hasta chocar con un taxi. El chico se rehace, mete primera y avanza tranquilamente. El taxista le sigue sin molestarse en mirar el golpe. Ni basiliscos, ni energúmenos. No pasa nada.

Asked about what was the Goodness by Yan Yuan, a disciple of Confucius, he replied, “To subdue one’s self and return to ritual is Goodness. All will ascribe Goodness to a man who can someday control himself and return to ritual (Li). Whether or not to possess Goodness depends on a man himself, not others.”

martes, 20 de octubre de 2009

Mi segunda bici

Recuerdo perfectamente el día en que mis padres me regalaron mi primera bici, la famosa BMX, azul y amarilla. Habíamos ido a comprarla al Galerías Preciados de La Vaguada (sic). No me separaba de mi bici nueva, la miraba, la remiraba, la acariciaba... y cuando levanté la vista, mis padres y mi hermana ya no estaban. ¡Madre mía qué angustia! Allí estaba yo, pegado a mi bici nueva, pero sin mi familia. ¡Qué vergüenza! No sabía si pedir auxilio a algún vendedor o qué debía hacer. Pensaba en ir a buscarles y, de repente, me imaginaba a mis padres diciéndome que no me moviera, que si me perdía debía esperarles allí. No recuerdo el final de la historia, pero esa anécdota hace que no me olvide de mi primera bici.

En Vietnam me he comprado mi segunda bici (xe đạp). Es una ASAMA vietnamita, color rojo, con tres platos y siete marchas. Sospecho que el cambio Leopard (Dani, ¿te recuerda a algo?) me dará bastante dolores de cabeza, pero el Shimano subía demasiado el precio. En previsión de posibles contratiempos logré un año de garantía. Con la bici me resultará mucho más fácil moverme por Hanoi, entre dos millones de motos y unos cuantos coches. También dará lugar a algún nuevo rollito que colgar en este blog.

viernes, 16 de octubre de 2009

Hanoi, un tetris de campos de badminton

Si pudiéramos contemplar Hanoi desde el cielo, veríamos cientos de campos de badminton dibujados en cada parque, encajados entre bancos, árboles y farolas, en cada pasillo de la ciudad con el ancho adecuado. De hecho, me pregunto si no será al contrario, ¿diseñarán los paseos para que encaje un campo de badminton?

Acabo de terminar mi primer partido de
badminton. Como podéis imaginar, he perdido, aunque el resultado no ha sido demasiado sonrojante: 21-17 y 21-17. Jugaba de compañero con otro chico español contra dos vietnamitas que, amablemente, nos han invitado a jugar con su red. El chico español jugaba muy bien, pero yo soy bastante malo. Intentaré mejorar y seguir practicando porque es una de las mejores vías para conocer a los vietnamitas. Les apasiona. Por cierto, gracias a las clases por lo menos podía seguir el tanteo y despedirme al final del partido. Algo es algo: hai một - muoei bảy.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Primera clase de vietnamita

0 - không (hom, no pronunciar con nuestra famosa j)
1 - một (mod)
2 - hai (hi, parecido al inglés)
3 - ba (ba, con la a muy abierta, como si fuera una oveja)
4 - bốn (bon, alargando un poco la o)
5 - năm (nam)
6 - sáu (sau)
7 - bảy (bai o algo parecido, esta a es muy rara; parece que va y viene)
8 - tám (tam)
9 - chín (chin, subrayando la n)
10 - mười (möai, parecido al alemán, las vocales se pronuncia con la garganta)

Ahora me toca estudiar. Mañana os cuento más curiosidades del vietnamita.

martes, 13 de octubre de 2009

El gargajo matutino

Ayer por la noche asistimos a la recepción de la Embajada española en Vietnam para celebrar el 12 de octubre. De camino, me imaginaba anotando mentalmente las escenas de compatriotas bailando Paquito el chocolatero, zampando tortilla de patatas a dos manos y desesperando a los vietnamitas con nuestros habituales gritos. Esa constituía mi motivación para asistir a tan señalado evento. Una vez en el hotel Meliá la realidad no superó mi imaginación. El toque casposo se limitó a una escultura de hielo de la Puerta de Alcalá de unos tres metros de ancho que presidía el salón, mientras en la calle la temperatura rondaba los 30 grados. Pero dejo este rollito.

[Advertencia del blog: no se recomienda seguir leyendo si el lector sufre sensibilidad extrema o si planea visitar Vietnam en un futuro cercano].

Suena la alarma y, aunque agotado, logro dejar las sábanas. Camino dando tumbos hacia el baño. Antes de entrar tanteo con la mano derecha la llave de la luz, pero no atino a la primera y lo dejo por imposible. Entro en la bañera lentamente, casi con cuidado, todavía envuelto en el sueño. En ese momento, por la ventana de cristal falso que da al patio, justo a mi espalda, a traición, sube un rugir, una carraspera desenfrenada
: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj, jjjjjjrrrrrrrrrrrrrr. Otra vez más, todavía más profundo: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Segundos después, llega el sonido del deseado gargajo. El asco logra despertarme de golpe. Imagino, entonces, la cara de mi vecino, un vietnamita alegre y sonriente, orgulloso tras una exitosa sesión de gimnasia gutural. ¿Será ese el secreto del buen humor continuo de esta gente?, me pregunto una vez recuperado de la impresión. ¡Bah! Mañana retraso la alarma 15 minutos y punto, pienso al agarrar el gel.

domingo, 11 de octubre de 2009

Primeras fotos de Hanoi

Hoy es domingo, día de descanso del blog. Me limito a colgar las fotos que tomamos en nuestro paseo matutino. A lo mejor los que pensáis venir preferís no verlas para mantener el suspense y la sorpresa ante lo desconocido.

Blanca y Nacho, perdonad por la mala calidad de las fotos. Intentaré mejorar la próxima vez.

sábado, 10 de octubre de 2009

La torre de Babel o cómo comprar azúcar

Yo pensaba que entre el inglés, el francés y el español sobreviviríamos. ¡Qué iluso! En nuestra segunda compra en el supermercado nos topamos con la cruda realidad: no podemos comunicarnos. Buscábamos azúcar, sucre o sugar. Nada, no había suerte. La chica de la caja, bastante más joven que nosotros, aunque alguno no pueda creerlo, se encogía de hombros ante mi insistencia. Pensé que sería mejor preguntar a algún cliente joven. Voilà, un chico de unos veinte años con pinta de universitario. Seguro que él entiende algo de inglés. Tampoco. Nada de nada. Mi última esperanza era un hombre que hablaba por el móvil y llevaba un reloj dorado. Si este no entiende inglés, nos quedamos sin azúcar, pensaba. Cuando por fin terminó su conversación, le pregunté que si el paquete que habíamos cogido contenía azucarillos. Su respuesta me desconcertó. Quería que cambiara mi caja, por otra, mucho más bonita, de color rojo y letras doradas -la única inscripción en inglés de la caja decía Made in Vietnam; ¡se acabó el comparar los ingredientes!-. Cuando estaba a punto del colapso, el hombre logró entender tanto sugar, sugar. Me sonrió y, encogiéndose de hombros, me dijo: ¡đường! ¡Evidente!

miércoles, 7 de octubre de 2009

El jet lag y los fantasmas de Hanoi

¿Existe el jet lag o no? ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Las pesadillas de un sueño trastocado... No pienso aburriros con las preguntas y sufrimientos habituales de quien se despierta a las 4 a.m.

Una hora después de despertarme decido dejar de dar vueltas en la cama y salir a correr, sin camiseta, por las calles de Hanoi, justo antes de que amaneciera, no sin antes montar un pequeño escándalo en la recepción al hacer saltar la alarma. Por si algún huésped cabreado decide asomarse, salgo escopetado. Tres ciclistas y dos gatos. Nadie más parece acompañarme. Dos manzanas más allá, cerca del Mausoleo de Ho Chi Minh, entre una bruma pesada, descubro decenas de fantasmas vietnamitas. ¡Qué digo! ¡Eran cientos! Todos ataviados como corresponde, de blanco reglamentario, marchan como un ejército. Atraído por su paso ceremonioso no puedo evitar cambiar mi ruta para saber a dónde se dirigen. La espléndida plaza (no hay revolución sin plaza donde albergar a las masas) presidida por el Mausoleo de Ho Chi Minh me descubre el misterio. Tres señores de unos cincuenta años corriendo hacia atrás. Una pareja joven y musculosa corre. Dos señoras arrastran, acompasadas, los pies. Cuatro más se aprestan a practicar Tai Chi o algo similar. Dudo si acompañarles o seguir a los que se dirigen hacia el norte. Finalmente opto por continuar. Llegamos al lago. Los fantasmas terminan su marcha. Como buen europeo idiota todavía no comprendo qué hacen... ¡Vienen a practicar aeróbic! ¡Y se mueven como si fueran veinteañeras! Otras decenas se reparten por el borde del lago donde estiran como bailarinas o flexionan como soldados.

Yo, mientras, sudo y me miro con despecio el michelín. No veo más europeos.¿Nadie más sabrá que esto ocurre en Hanoi a estas horas? Finalmente me siento en una placita donde han conseguido dibujar, como si de un puzzle se tratara, diez pistas de badminton. Les observo tranquilamente. Son más de las 6 a.m. Sonrío y me despido con un ademán. Me hacen un gesto que no entiendo. No sé si me invitan a jugar o simplemente se despiden. Además, pienso que Carmen puede estar preocupada. Así que interrumpo el diálogo de sordomudos. Mientras camino hacia el hotel pienso que mañana quizás...