miércoles, 23 de diciembre de 2009
¡Entendí!
sábado, 19 de diciembre de 2009
Viet Nam... subcampeón (un cuento vietnamita)
martes, 15 de diciembre de 2009
Entrevista al Presidente de Vietnam
domingo, 13 de diciembre de 2009
Una carrera solitaria
lunes, 7 de diciembre de 2009
Y al séptimo día, Dios no descansó
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Hablando vietnamita (em đang nói tiếng Việt)
viernes, 27 de noviembre de 2009
La incomprensible relatividad del yo en Vietnam (2ª parte)
Uno mismo (mi edad) | Masculino | Femenino | |
Cháu | Ông | Bà | Abuelos |
Cháu | Bác | Bác | Tíos mayores que los padres |
Cháu | Chú | Cô | Tíos más jóvenes que los padres |
Em | Anh | Chị | Gente algo mayor |
Mình/Tớ | Bạn | Bạn | Amigos |
Anh/Chị | Em | Em | Gente algo menor |
Chú | Cháu | Cháu | Niños/niñas |
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Mi bici o Xe đạp của anh
lunes, 23 de noviembre de 2009
La piel del cielo y las hojas de los árboles
martes, 17 de noviembre de 2009
Una mañana de perros
domingo, 8 de noviembre de 2009
Aguador del Real Betis Vietnam
jueves, 5 de noviembre de 2009
Wing Chun
lunes, 2 de noviembre de 2009
La incomprensible relatividad del yo en Vietnam
domingo, 1 de noviembre de 2009
jueves, 29 de octubre de 2009
Un tren
Al entrar en su cubículo con dificultad, donde no cabía sentado, notó la madera incrustarse en su cóccix. Antes de que comenzara a lamentarse por elegir la opción mas barata, el chico que dormía encima retomó el cuestionario de la vieja. Le preguntó por su trabajo, por su destino, por su mujer y por su edad. Tras una pausa, agotadas las preguntas, quizás aburridos por sus respuestas, siguieron hablando entre ellos, olvidándose de Kiem.
A todo esto, el tren había arrancado puntualmente. Tras atiborrarse de fritos comprados en la estación, Kiem llamó a su mujer para informarle y darles las buenas noches. Repasó el plan del día siguiente mientras observaba el camarote de plastico color madera, estrecho y con olor a viajero, pero no demasiado sucio. En cuanto apagaron la luz trató de encontrar la postura menos incomoda, metiendo una parte de la manta debajo de su cuerpo. Kiem abrazó su almohada con fuerza y cerró los ojos.
domingo, 25 de octubre de 2009
viernes, 23 de octubre de 2009
No pasa nada
martes, 20 de octubre de 2009
Mi segunda bici
viernes, 16 de octubre de 2009
Hanoi, un tetris de campos de badminton
miércoles, 14 de octubre de 2009
Primera clase de vietnamita
martes, 13 de octubre de 2009
El gargajo matutino
[Advertencia del blog: no se recomienda seguir leyendo si el lector sufre sensibilidad extrema o si planea visitar Vietnam en un futuro cercano].
Suena la alarma y, aunque agotado, logro dejar las sábanas. Camino dando tumbos hacia el baño. Antes de entrar tanteo con la mano derecha la llave de la luz, pero no atino a la primera y lo dejo por imposible. Entro en la bañera lentamente, casi con cuidado, todavía envuelto en el sueño. En ese momento, por la ventana de cristal falso que da al patio, justo a mi espalda, a traición, sube un rugir, una carraspera desenfrenada: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj, jjjjjjrrrrrrrrrrrrrr. Otra vez más, todavía más profundo: unjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjjj. Segundos después, llega el sonido del deseado gargajo. El asco logra despertarme de golpe. Imagino, entonces, la cara de mi vecino, un vietnamita alegre y sonriente, orgulloso tras una exitosa sesión de gimnasia gutural. ¿Será ese el secreto del buen humor continuo de esta gente?, me pregunto una vez recuperado de la impresión. ¡Bah! Mañana retraso la alarma 15 minutos y punto, pienso al agarrar el gel.
domingo, 11 de octubre de 2009
Primeras fotos de Hanoi
sábado, 10 de octubre de 2009
La torre de Babel o cómo comprar azúcar
miércoles, 7 de octubre de 2009
El jet lag y los fantasmas de Hanoi
¿Existe el jet lag o no? ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Las pesadillas de un sueño trastocado... No pienso aburriros con las preguntas y sufrimientos habituales de quien se despierta a las 4 a.m.
Una hora después de despertarme decido dejar de dar vueltas en la cama y salir a correr, sin camiseta, por las calles de Hanoi, justo antes de que amaneciera, no sin antes montar un pequeño escándalo en la recepción al hacer saltar la alarma. Por si algún huésped cabreado decide asomarse, salgo escopetado. Tres ciclistas y dos gatos. Nadie más parece acompañarme. Dos manzanas más allá, cerca del Mausoleo de Ho Chi Minh, entre una bruma pesada, descubro decenas de fantasmas vietnamitas. ¡Qué digo! ¡Eran cientos! Todos ataviados como corresponde, de blanco reglamentario, marchan como un ejército. Atraído por su paso ceremonioso no puedo evitar cambiar mi ruta para saber a dónde se dirigen. La espléndida plaza (no hay revolución sin plaza donde albergar a las masas) presidida por el Mausoleo de Ho Chi Minh me descubre el misterio. Tres señores de unos cincuenta años corriendo hacia atrás. Una pareja joven y musculosa corre. Dos señoras arrastran, acompasadas, los pies. Cuatro más se aprestan a practicar Tai Chi o algo similar. Dudo si acompañarles o seguir a los que se dirigen hacia el norte. Finalmente opto por continuar. Llegamos al lago. Los fantasmas terminan su marcha. Como buen europeo idiota todavía no comprendo qué hacen... ¡Vienen a practicar aeróbic! ¡Y se mueven como si fueran veinteañeras! Otras decenas se reparten por el borde del lago donde estiran como bailarinas o flexionan como soldados.
Yo, mientras, sudo y me miro con despecio el michelín. No veo más europeos.¿Nadie más sabrá que esto ocurre en Hanoi a estas horas? Finalmente me siento en una placita donde han conseguido dibujar, como si de un puzzle se tratara, diez pistas de badminton. Les observo tranquilamente. Son más de las 6 a.m. Sonrío y me despido con un ademán. Me hacen un gesto que no entiendo. No sé si me invitan a jugar o simplemente se despiden. Además, pienso que Carmen puede estar preocupada. Así que interrumpo el diálogo de sordomudos. Mientras camino hacia el hotel pienso que mañana quizás...