Un niño aprende a contar con los dedos en un colegio. Dubitativo, vergonzoso, cuenta con dificultad: un caramelo -dedo índice-, dos caramelos -dedo corazón-, tres caramelos -dedo anular- y se para, inseguro. Uno se imagina que esta escena se repite en todo el mundo y, sin embargo, nada más volver a Vietnam descubro que tampoco hay una manera normal de contar. Un niño vietnamita cuenta: un caramelo -primera falange del dedo índice-, dos caramelos -segunda falange-, tres caramelos -tercera falange- y sigue en el siguiente dedo.
Primera reacción: estos vietnamitas lo hacen mal, no entiendo cómo se les ocurre contar de esa manera tan rara. Sin embargo, lo pienso con calma y se me ocurre que una ventaja de ese sistema es que permite contar más fácilmente números superiores a diez sin perderse. No es ninguna tontería. Es un sistema que copia cada uno de los tramos del bambú, que también usan para contar.
Segundo pensamiento: el asombro de un descubrimiento.Ojalá tuviera siempre los sentidos despiertos, alerta. Desgraciadamente pasado un tiempo, bajamos la mirada, se cierran los oídos y se nos duerme el corazón.
Una pregunta: ¿qué es lo normal? Un amigo me dijo una vez que lo normal en este mundo es ser chino o indio (su población supera los 2.500 millones de personas, un 37 por ciento del total). Tendré que enterarme si ellos cuentan como los vietnamitas. A lo mejor los raros somos nosotros...
Juro que lo he intentado, y varias veces... ¡Mis falanges están atrofiadas! La primera fácil; la segunda, no pasa de 120º más parece que cuento 1 y 1/2 que 2, y para colmo, ya me duele la mano del esfuerzo.
ResponderEliminar¡Has vuelto con fuerzas renovadas! Estupendo post. Brindo por ojos y oidos bien abiertos, la boca para lo justo, y el corazón despierto y de carne siempre