Su padre luchó en Vietnam en los años 50 del lado de los colonizadores de su propio país antes de caer prisionero en la batalla de Dien Bien Phu. Cuatro años después logró escapar de Vietnam del Norte gracias a una familia vietnamita. Volvió a Senegal donde llegó a escribir un libro sobre sus vivencias asiáticas. Lamentablemente, para los interesados en esta retorcida historia, está escrito en árabe.
Su hijo me contó hoy que en el ejercito francés había un número considerable de soldados senegaleses. El calcula que hasta un 30 por ciento (a mi me parece un porcentaje muy alto). Muchos de los supervivientes se enamoraron de mujeres vietnamitas, que les siguieron en su viaje de vuelta a Senegal, dando origen a una curiosa comunidad senegalés-vietnamita.
Le sorprende lo poco que saben los vietnamitas del mundo. Se ha encontrado con gente en Hanoi que le frota la piel con la sospecha de que tanta negrura encierra algún truco. No parece muy contento en Vietnam, a pesar de haber cumplido su sueño de volver al país donde su padre vivió experiencias que marcaron su vida.
Mientras le escuchaba contar las historias de su padre y su sufrimiento personal para entender a los vietnamitas, pensaba que el mundo es mucho más complejo de lo que nosotros querríamos. Un mundo en el que un africano luchó al lado de sus colonizadores y en el que su hijo camina hoy por Hanoi como si fuera un marciano; donde un soldado senegalés-vietnamita no sabe dónde está el país del que huyó su madre. Al final, no está tan claro quiénes son ellos y quiénes somos nosotros.
¡Quiero saber más de la historia!
ResponderEliminarNo debería existir el "ellos" pero, desgraciadamente, aparece en cuanto aflora alguna de nuestras identidades: Color de la piel, creencias, nación, idioma, costumbres...
"Identidades asesinas" de Amin Maalouf refleja muy bien los problemas del "ellos".